Te espero paciente, perseverante: cualquier día llegas. Mientras, juego a adivinarte en las risas distraídas, en los pasos presurosos que se pierden escaleras abajo, en las estelas perfumadas que acompañan a sus dueños o en voces varoniles. Te he buscado por las calles, en los trenes, en los bares... Pero a ti solo se llega a través de ti mismo. Y aún no estás. Por ahora, sólo tu reflejo, que deslumbra, sí, pero es inasible. Brillas en tu destello con distintos nombres, con distintos ojos, distintas manos; tu reflejo frío y hueco como son los reflejos. Tendré que esperarte un poco más, pienso mientras paseo por las calles que tal vez algún día recorramos juntos, y el sol se sumerge en un horizonte de asfalto, recordando que tras él vendrá la noche, el día, la noche. Entre tanto, la paciencia.
viernes, 25 de enero de 2008
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