Recuerdos,
....................hojas
.............que
....................................caen
del árbol
........de
.....................la
........................me
................mo
....................................ria
en el otoño
...................del
...........ol
.........................vi
................................do.
viernes, 21 de septiembre de 2007
OTOÑO (autumn)
Otra vez el otoño. Por el aire, poemas que hablan de nosotros caen lentamente como hojas y se parten en los cantos de los bordillos de las aceras sin que nadie recoja los pedazos, las palabras que se secan y crujirán al ser pisadas por zapatos de niños que van al colegio (8:45h) con cara de fastidio. Tal vez uno de ellos, en su otoñal tarea de recolección de hojas para el mural de la clase, lleve también por despiste algún pedazo nuestro, y quizás nos encontremos (nos rencontremos) colgados en el corcho del fondo de un aula, clavados con chinchetas de colores... Pero sólo tal vez.
Nuestros recuerdos de ciudades descubiertas, de tardes revueltas y ausencias asumidas también se desprenden y caen, casi sin oponer resistencia (¿para qué, si así estaba escrito?). Y el viento, leve pero denso, provoca que los transeúntes se abrochen las chaquetas y se metan las manos en los bolsillos, encogiendo los hombros, mientras lo mezcla todo formando remolinos de melancolía exasperante que acaban siendo tornados de angustia existencial. Por el suelo, añicos de poemas rotos, astillas de recuerdos mutilados y las hojas; todo por el suelo, desordenado, removido por el viento...
lunes, 3 de septiembre de 2007
A SÍSIFO (y a Agus)
A ti, ¡oh, Sísifo incansable! yo te animo en tu eterna ascensión. Los dioses pretendieron castigarte alejándote de la cima cada vez que estuvieras casi a punto de tocarla con la punta de tus dedos, cargado con tu piedra, por siempre. Nada más lejos que un castigo. Quizá ellos no saben que el verdadero castigo hubiera sido llevarte a la meta sin hacer el camino previo; tal vez no contemplen la genialidad de la perseverancia de unos pasos eternos, lo maravilloso de la constancia del que anda por andar, a sabiendas de que quizá no llegue a ninguna parte. No te detengas, ¡oh, Sísifo!, nunca. Disfruta de tu viaje (la multitud de colores, la dureza de la roca, las horas de soledad, la música del río, el frescor de la hierba, el calor del sol, el canto de los pájaros, las formas de las nubes, los susurros del viento...). Disfruta, Sísifo, de tu viaje que es tu vida. Y, cuando creas estar a punto de llegar a la cima, justo en el aparentemente fatal momento en el que ruede la piedra cuesta abajo, pensarás que ir a buscarla no será volver a empezar, simplemente será continuar, seguir adelante. Bajarás corriendo tras ella, la alcanzarás, te detendrás unos instantes, exhausto, mirarás hacia arriba otra vez y volverás a caminar. Será entonces cuando descubrirás que la importancia de tu viaje (la multitud de colores, la dureza de la roca, las horas de soledad, la música del río, el frescor de la hierba, el calor del sol, el canto de los pájaros, las formas de las nubes, los susurros del viento...) va más allá de una meta; que la razón última de tu viaje es tu viaje mismo.
(Por eso, ¡oh, Sísifo incansable!, yo te animo en tu eterna ascensión.)
domingo, 2 de septiembre de 2007
EL VERANO TERMINA EN LA PROVENZA...
The end. Fin de las vacaciones; vuelta a la rutina estresante de los trenes, los calendarios y las lecturas obligatorias. Quizás mañana, cuando suene el despertador, me consuele pensar que éste ha sido uno de los mejores veranos de mi vida. ¿Lo más interesante que he hecho? Sin duda, vivir (la euforia, el llanto, la ilusión, la alegría, el desencanto, la desesperación, la risa, la incredulidad, los escalofríos, la pena, la espera...). La vida condensada en un verano. Una lata de vida en conserva para abrir a finales de junio como un apetecible aperitivo después de largos meses de letargo. ¿Un deseo? Llenar la despensa de esas latas de vida en conserva... poseer como la hormiga... disfrutar como la cigarra.
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