
Una noche de mayo, topó con el chico de sus anhelos en uno de los bares de moda de la ciudad. Fue en un minuto inminente. El corazón se le escapó por la boca al reencuentro de la sonrisa, los gestos y las caricias soñados. Fue entonces cuando él decidió besarla. Un momento elástico. Mientras él (¡el chico de sus anhelos!) se acercaba lentamente, ella cerró los ojos. Entonces, el roce de su cuerpo, la dureza de sus hombros al ser rodeados por unos brazos temblorosos, la humedad de sus labios. Ella se creyó en la cima de una montaña, a miles de metros de altura, con el mundo a sus pies. Pero, entonces, la parálisis. Fue un instante fulminante. Un escalofrío la sobrevino y recorrió todo su cuerpo al percibir... al percibir el olor y recordar... recordar al hombre; el hombre de traje y corbata, en la oscuridad del beso.