miércoles, 29 de agosto de 2007

EL PERDÓN

Últimamente pienso mucho en la idea del perdón. Desde pequeños se nos inculca el hecho de saber perdonar a los demás como una necesidad social y personal, como una virtud loable, sí, pero esperada por todos. Parece obvio el perdón de las faltas dentro de los juegos infantiles, incluso en las riñas adolescentes, pero al llegar a una etapa más adulta la cosa se complica.
Perdonar... a los demás. ¿A nadie se le ha ocurrido la genial idea de hablar del perdón a uno mismo? Siempre presumí de mi capacidad de perdonar, acrecentada por necesidades familiares, pero estos días me estoy dando cuenta de que no es tal si ni siquiera consigo hacerlo conmigo misma. Quizás sea cuestión de mi afán de perfeccionismo asfixiante, pero lo cierto es que me cuesta aceptar mis errores, aun sabiendo que, como todo el mundo, los tengo y debo tenerlos si quiero superarme en algo. Tal vez por eso busque mi propio perdón consiguiéndolo en los demás primero, cosa que no acabo de ver clara porque ¿qué ocurrirá si el otro no me perdona? ¿acaso es que no me acabo de creer que yo merezco el perdón que suelo regalar a los demás? En todo caso, espero que sea cuestión de tiempo, que forme parte del proceso y todo cambie, como suele siempre, aunque sea lentamente.

1 comentario:

Carol dijo...

El perdón...buen enfoque del tema. Supongo que, como la mayoría de las cosas, es un tema demasiado generalizado cuando la realidad es que uno perdona o es perdonado según su propia escala de valores. Aún así, mala cosa es que cualquier sentimiento propio lo decida otro que no sea uno mismo.