jueves, 27 de diciembre de 2007

DE SOLEDADES

¿Soledad? Soledad no es unicidad, puede ser multitud. Multitud de miradas, multitud de sonrisas, multitud de manos tendidas que, no obstante, no se reconocen como legítimas. Quizás sea ése el epicentro del temblor.
Temblor. La soledad en el extremo: el ausentarse de uno mismo. Sentarse en los bordes de un gran cero, de espaldas al exterior, balancearse y soltar las manos, esperando caer en el agujero negro que quizás, paradójicamente, conduzca a algún sitio. Pero no llegar a caer. Y girar la cabeza.
En medio del temblor, alguien pronuncia... ¿mi nombre?. En medio del temblor. No reconozco de quién son esos pasos, ni esa voz. Pero pido que repita mi nombre, que lo grite. Los nombres tienen el poder de invocar aquello a lo que se refieren, de hacerlo presente. Repite mi nombre, grítalo, invócame. Tal vez así yo vuelva a ser yo, llena de mí misma a través de mis cinco letras pronunciadas por tus labios. Tal vez así remita el temblor.

ESPÍRITU NAVIDEÑO

El espíritu navideño es ese duendecillo que se introduce en las mentes de la gente a principios de diciembre, justo cuando El Corte Inglés decide que ya es momento de empezar la Navidad. Es entonces cuando, correteando por los intrincados caminos laberínticos del cerebro humano, el mencionado duendecillo decide hacer de las suyas pulsando los interruptores de la paz y las reconciliaciones que sólo encuentran su razón de ser bajo las luces navideñas. De este modo, en Navidad todos somos más compañeros, vecinos, hijos y amigos que nunca y llegamos a hacer cosas tan impredecibles como invitar a cenar a casa al imbécil de nuestro cuñado, que se cree el marqués de la familia, quedar con gente a la que no soportamos por felicitarnos las fiestas, sonreír a la cretina de nuestra vecina que nos mira de arriba a abajo mientras subimos en el ascensor y responder a esos sms de amor y alegría que sólo llegan a nuestro móbil por estos días tan señalados, por no mencionar la novedad del levantamiento de barreras para la comunicación: en Navidad un grupo selecto de "no admitidos" del messenger son obsequiados con una nueva oportunidad de interacción. Gracias a todos esos duendes que nos hacen del mes de diciembre nuestro preferido. Esperaremos a ver qué ocurre en enero, en plena cuesta.

domingo, 23 de diciembre de 2007

RESET

Cerrar puertas. A conciencia. A cal y canto. Para separar el atrás del ahora, para organizar. Dar un portazo que se oiga hasta en el mañana, en el pasado mañana. Y avanzar por las galerías, dando por acabados los consumibles vitales que ya nunca volverán. Saber que nunca volverán y que duela saberlo; saber que nunca volverán y que reconforte saberlo. Y cerrar las puertas necesarias, sin dudar un momento. Con gesto firme, después de todo caminar hacia adelante mirando las nubes por la ventana, después de todo. A cal y canto, puertas cerradas. Para poder continuar.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Desde un ahora que ya no es el tuyo, desenredo la madeja de tus palabras livianas -camino, sí, mañana, película-y las convierto en hilos de colores para ensartar agujas con que coser mis labios rotos; por impedir que se escapen mis últimas sonrisas, por no soltar un grito a bocajarro que rompa los cristales, por no volver jamás a pronunciar tu nombre.

domingo, 2 de diciembre de 2007

CONJURO PARA QUITAR EL SIGNIFICADO A LAS PALABRAS

TIEMPO DE ELABORACIÓN: 1 mes y medio, aproximadamente.

INGREDIENTES: Ni hierbas únicas de ningún bosque encantado en el que nadie ose entrar, ni colas de conejo echadas a una olla enorme entonando alguna canción maléfica indescifrable. El único ingrediente necesario es, a parte de las palabras en cuestión (del tipo "No quiero volverte a ver nunca más"), la capacidad de repetición del que quiera invalidarlas.

PREPARACIÓN: Piénsense las palabras a las que se quiera desposeer de significado y, como prueba, sean pronunciadas por primera vez a solas, frente a un espejo. Tras cerciorarse de que no hay errores de articulación de las mismas, el siguiente paso es pronunciarlas ante quien se quieran invalidar, de una manera convincente hasta para uno mismo. Seguidamente, dejar reposar al gusto durante unos cinco días y volver a repetir el proceso periódicamente, una vez cada dos semanas. Cuanto más tiempo se alargue la elaboración del conjuro, más inútiles serán las palabras, de manera que producirán la indiferencia y hasta la risa, por muy duras que pretendan ser, del que las escucha habitualmente.
SUGERENCIA: Para condimentar, nada mejor que unas lágrimas de cocodrilo acompañadas de leves sollozos y pucheros.

TÚ SIN TU HALO DE SEMIDIÓS

Una lástima que hayas bajado del altar que yo misma construí para ti con mis manos, no hace tanto tiempo. En él, sólo quedan los restos de mis ofrendas: flores que te traje del campo ahora secas, vestigios de frutas que en su día resplandecían apetitosas y palabras abandonadas por sus significados que yacen atrapadas en papel mojado. Despojado de tu halo de semidiós, me miras desde el sofá, con un gesto cuyo significado no acierto a descifrar. Me pregunto qué sentido tiene estar aquí esta tarde; qué voy a hacer ahora que ya no te adoro. Sigues mirándome desde tu postura aparentemente relajada, el gesto indescifrado convertido en una mueca casi ridícula, y te sientes -te siento- más humano que nunca, infinita e ínfimamente humano, como debieron de sentirse Adán y Eva tras la expulsión del paraíso, al notar el frío en sus cuerpos, antes de buscar con qué cubrirse.