El espíritu navideño es ese duendecillo que se introduce en las mentes de la gente a principios de diciembre, justo cuando El Corte Inglés decide que ya es momento de empezar la Navidad. Es entonces cuando, correteando por los intrincados caminos laberínticos del cerebro humano, el mencionado duendecillo decide hacer de las suyas pulsando los interruptores de la paz y las reconciliaciones que sólo encuentran su razón de ser bajo las luces navideñas. De este modo, en Navidad todos somos más compañeros, vecinos, hijos y amigos que nunca y llegamos a hacer cosas tan impredecibles como invitar a cenar a casa al imbécil de nuestro cuñado, que se cree el marqués de la familia, quedar con gente a la que no soportamos por felicitarnos las fiestas, sonreír a la cretina de nuestra vecina que nos mira de arriba a abajo mientras subimos en el ascensor y responder a esos sms de amor y alegría que sólo llegan a nuestro móbil por estos días tan señalados, por no mencionar la novedad del levantamiento de barreras para la comunicación: en Navidad un grupo selecto de "no admitidos" del messenger son obsequiados con una nueva oportunidad de interacción. Gracias a todos esos duendes que nos hacen del mes de diciembre nuestro preferido. Esperaremos a ver qué ocurre en enero, en plena cuesta.
jueves, 27 de diciembre de 2007
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1 comentario:
Jejejeje! putos duendes
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