jueves, 27 de diciembre de 2007

DE SOLEDADES

¿Soledad? Soledad no es unicidad, puede ser multitud. Multitud de miradas, multitud de sonrisas, multitud de manos tendidas que, no obstante, no se reconocen como legítimas. Quizás sea ése el epicentro del temblor.
Temblor. La soledad en el extremo: el ausentarse de uno mismo. Sentarse en los bordes de un gran cero, de espaldas al exterior, balancearse y soltar las manos, esperando caer en el agujero negro que quizás, paradójicamente, conduzca a algún sitio. Pero no llegar a caer. Y girar la cabeza.
En medio del temblor, alguien pronuncia... ¿mi nombre?. En medio del temblor. No reconozco de quién son esos pasos, ni esa voz. Pero pido que repita mi nombre, que lo grite. Los nombres tienen el poder de invocar aquello a lo que se refieren, de hacerlo presente. Repite mi nombre, grítalo, invócame. Tal vez así yo vuelva a ser yo, llena de mí misma a través de mis cinco letras pronunciadas por tus labios. Tal vez así remita el temblor.

ESPÍRITU NAVIDEÑO

El espíritu navideño es ese duendecillo que se introduce en las mentes de la gente a principios de diciembre, justo cuando El Corte Inglés decide que ya es momento de empezar la Navidad. Es entonces cuando, correteando por los intrincados caminos laberínticos del cerebro humano, el mencionado duendecillo decide hacer de las suyas pulsando los interruptores de la paz y las reconciliaciones que sólo encuentran su razón de ser bajo las luces navideñas. De este modo, en Navidad todos somos más compañeros, vecinos, hijos y amigos que nunca y llegamos a hacer cosas tan impredecibles como invitar a cenar a casa al imbécil de nuestro cuñado, que se cree el marqués de la familia, quedar con gente a la que no soportamos por felicitarnos las fiestas, sonreír a la cretina de nuestra vecina que nos mira de arriba a abajo mientras subimos en el ascensor y responder a esos sms de amor y alegría que sólo llegan a nuestro móbil por estos días tan señalados, por no mencionar la novedad del levantamiento de barreras para la comunicación: en Navidad un grupo selecto de "no admitidos" del messenger son obsequiados con una nueva oportunidad de interacción. Gracias a todos esos duendes que nos hacen del mes de diciembre nuestro preferido. Esperaremos a ver qué ocurre en enero, en plena cuesta.

domingo, 23 de diciembre de 2007

RESET

Cerrar puertas. A conciencia. A cal y canto. Para separar el atrás del ahora, para organizar. Dar un portazo que se oiga hasta en el mañana, en el pasado mañana. Y avanzar por las galerías, dando por acabados los consumibles vitales que ya nunca volverán. Saber que nunca volverán y que duela saberlo; saber que nunca volverán y que reconforte saberlo. Y cerrar las puertas necesarias, sin dudar un momento. Con gesto firme, después de todo caminar hacia adelante mirando las nubes por la ventana, después de todo. A cal y canto, puertas cerradas. Para poder continuar.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Desde un ahora que ya no es el tuyo, desenredo la madeja de tus palabras livianas -camino, sí, mañana, película-y las convierto en hilos de colores para ensartar agujas con que coser mis labios rotos; por impedir que se escapen mis últimas sonrisas, por no soltar un grito a bocajarro que rompa los cristales, por no volver jamás a pronunciar tu nombre.

domingo, 2 de diciembre de 2007

CONJURO PARA QUITAR EL SIGNIFICADO A LAS PALABRAS

TIEMPO DE ELABORACIÓN: 1 mes y medio, aproximadamente.

INGREDIENTES: Ni hierbas únicas de ningún bosque encantado en el que nadie ose entrar, ni colas de conejo echadas a una olla enorme entonando alguna canción maléfica indescifrable. El único ingrediente necesario es, a parte de las palabras en cuestión (del tipo "No quiero volverte a ver nunca más"), la capacidad de repetición del que quiera invalidarlas.

PREPARACIÓN: Piénsense las palabras a las que se quiera desposeer de significado y, como prueba, sean pronunciadas por primera vez a solas, frente a un espejo. Tras cerciorarse de que no hay errores de articulación de las mismas, el siguiente paso es pronunciarlas ante quien se quieran invalidar, de una manera convincente hasta para uno mismo. Seguidamente, dejar reposar al gusto durante unos cinco días y volver a repetir el proceso periódicamente, una vez cada dos semanas. Cuanto más tiempo se alargue la elaboración del conjuro, más inútiles serán las palabras, de manera que producirán la indiferencia y hasta la risa, por muy duras que pretendan ser, del que las escucha habitualmente.
SUGERENCIA: Para condimentar, nada mejor que unas lágrimas de cocodrilo acompañadas de leves sollozos y pucheros.

TÚ SIN TU HALO DE SEMIDIÓS

Una lástima que hayas bajado del altar que yo misma construí para ti con mis manos, no hace tanto tiempo. En él, sólo quedan los restos de mis ofrendas: flores que te traje del campo ahora secas, vestigios de frutas que en su día resplandecían apetitosas y palabras abandonadas por sus significados que yacen atrapadas en papel mojado. Despojado de tu halo de semidiós, me miras desde el sofá, con un gesto cuyo significado no acierto a descifrar. Me pregunto qué sentido tiene estar aquí esta tarde; qué voy a hacer ahora que ya no te adoro. Sigues mirándome desde tu postura aparentemente relajada, el gesto indescifrado convertido en una mueca casi ridícula, y te sientes -te siento- más humano que nunca, infinita e ínfimamente humano, como debieron de sentirse Adán y Eva tras la expulsión del paraíso, al notar el frío en sus cuerpos, antes de buscar con qué cubrirse.

lunes, 26 de noviembre de 2007

CARTA AL SR CASICONOCIDO

Querido señor Casiconocido,

Le escribo esta carta para confesarle mi voluntad de reanudar, si usted da su consentimiento, esa relación -relación en tanto que interacción interpersonal- que tantas y tantas veces usted y yo hemos cerrado, abierto, enterrado y puesto en pausa para reabrir después. ¿Los motivos? Las terceras -y cuartas- personas, los malos -y peores- momentos, los miedos, las inseguridades.


Lejos ya de autoimposiciones aparentemente racionales que rocen la locura, me dispongo a afrontar los estragos que su persona pueda ocasionar en mi humilde vida llenándola de inestabilidades o incertezas que, obviamente, estoy dispuesta a asumir, no sin apuntar el relevante dato de que toda paciencia humana tiene sus límites, incluso la mía.


Sin más preámbulos, le hago partícipe, señor mío, de mi aspiración a compartir con usted algo más que noches de sexo improvisado: animadas charlas sobre temas graves y sobre temas triviales, películas subtituladas, alguna que otra carcajada que no atente, por supuesto, contra las reglas del decoro y paseos comiendo castañas asadas bajo las luces navideñas , sin olvidar , claro está, la ingestión de algún que otro té con menta.


El objeto de todo ello no es otro que el de ahondar, si usted lo considera oportuno, en el conocimiento de su persona con el afán de descubrir las afinidades y/o diferencias que puedan existir entre usted y yo, y perdone la osadía de mis palabras. De este modo, en un plazo de tiempo sin concretar pero con la salvedad de que no sería alargado innecesariamente, podría llamarle al fin señor Conocido (tal vez me atreviera incluso a usar su nombre de pila si no le pareciese inapropiado), y estaría, gracias a usted, en disposición de decidir si seguir esta relación -relación en tanto que interacción interpersonal- o, por el contrario, zanjarla, pero esta vez con un conocimiento suficiente de usted que me permitiese la sensación de total tranquilidad al saber qué me estaría perdiendo exactamente al cerrar definitivamente la puerta que nos comunica.


Sin más pretensiones, le insto a reflexionar sobre lo expuesto anteriormente, ¡oh, señor Casiconocido! en aras de la consecución de una relación -en tanto que interacción interpersonal, claro- favorecedora para ambas partes. Finalmente, concluyo mi carta, señor, rindiéndome a sus pies gratamente y recordando la idea de que toda paciencia humana tiene un límite, incluso la mía. Aprovecho la ocasión para agradecerle de antemano el tiempo dedicado a la lectura de estas líneas.


Siempre suya,


Laura


PD: Espero recibir las noticias de usted en breve; no dude que las esperaré impaciente, señor.

domingo, 25 de noviembre de 2007

MALITO... Y DE BAJÓN

Tengo que confesar que ha sido la primera vez que te he visto llorar por alguien que no soy yo y, desde fuera, he sentido la impotencia de no poder consolarte, de saber que esta vez no está en mi mano recomponer tus trozos esparcidos diciéndote que te quiero (¿aún te quiero?) y que siempre lo voy a hacer. Te hubiera llenado la cara de besos (la barbilla, la frente, los ojos). Te hubiese acariciado hasta quedarte dormido, con sólo un dedo, como antes. Te habría secado las lágrimas con el pañuelo de mis manos. Y quizás después hubiese implorado las sobras del cariño que ahora regalas a otra persona, estática frente a ti, con la mirada baja y la ilusión más aún. Pero, ¿qué sentido tendría haberlo hecho?

miércoles, 14 de noviembre de 2007

DEPREDACIÓN

Depredación.
Instinto animal.
Te comería
para poseerte;
también
para destruirte.
Te mordería
hasta arrancarte
un trozo
de voluntad,
un pedazo
de alma
con que poder
saciar
mis ganas
- aunque insaciables-
de ti,
ésas
que ni siquera tú
eres capaz
de aplacar.
Depredación.
Instinto animal.
Comerte...
para poseerte;
comerte...
para destruirte...

jueves, 8 de noviembre de 2007

BUCEARSE

Se sentó en la escalera y, abrazándose las rodillas, cerró los ojos, intentándose imaginar a sí mismo por dentro. ¿Cómo conocer, cómo reconocer, pensó, algo tan complejo como el lugar que le correspondería en el mundo (ése que sólo le pertenecía a él, que le estaba destinado) si ni siquiera era capaz de conocerse, de reconocerse a sí mismo? Cayó en la cuenta de que el ser humano debería tener otro par de ojos que le permitieran verse por dentro y, al cabo de poco tiempo de estar en la misma postura, empezó a notar un cosquilleo por sus extremidades inferiores: el autoabrazo impedía que la sangre circulara libremente y sin obstáculos por la autopista venérea. Se imaginó por dentro con los ojos cerrados, intentando aislarse del mundo exterior, pero sólo lograba intuir sus propios huesos, sus músculos, sus nervios. Quizás debiera aislarse más. Se tapó los oídos, por intentar cortar más lazos con el mundo. Ahora el mundo ya no le interesaba, y mucho menos el lugar que se le había destinado en él. Se estaba buscando, pero aún no sabía que se iba a encontrar. Intentó no oler, no notar el tacto de nada, no degustar ni el sabor de su propia saliva. Intentó separarse de lo sensorial, abstraerse hacia dentro, hacia el origen del ser, para ver cómo era él realmente, cómo sentía, igual que si estuviese aún dentro del vientre de la madre que tanto añoraba. De repente, empezó a vivir, a vivirse. Fue entonces cuando olió el rojo de la sangre, vio la viscosidad de las vísceras, escuchó la elasticidad de los cartílagos, saboreó el calor de lo profundo, acarició sus propios latidos. Y fue entonces cuando sintió miedo al pensar que quizás nunca más regresaría al mundo que minutos antes tanto le angustiaba.

jueves, 25 de octubre de 2007

CHICO DURO

Por tu afán de demostrar que eres un chico duro, verte llorar se me hacía raro. La rabia mal contenida rebosaba por tu boca cuando repetías, irónico, las palabras que tu madre pronunciaba, disgustada, desde el otro lado del teléfono: "la vida está llena de sinsabores y hay que saber llevarlos", te decía. No quería que dejases el instituto, que echases todo por la borda otra vez. Y, mientras tú decías "sinsabores", las lágrimas, enormes como bolsas de agua redondas y transparentes, rodaban por tus mejillas casi sin tocarlas e iban a explotar a aquella mesa de despacho, justo al lado del teléfono. Te daba igual qué ibas a hacer a partir de entonces. "El perro, sí, ¡el perro!", le decías a tu madre, y las letras se agolpaban en la punta de tu lengua, empujadas por una rabia de origen desconocido. Decías, para el asombro de todos, que si era necesario te ganarías la vida robando, y acto seguido secabas el charquito de la mesa con la manga de tu chaqueta de chico duro. Y, por ese afán tuyo de demostrar (de demostrarte) que eres eso,un chico duro, verte llorar se me hacía raro.

Lamento profundamente que seas tú el único que no oye tus gritos de socorro. Lamento no haber sabido, no haber podido, ayudarte a descubrir lo maravilloso que es confiar en los demás, y que los demás confíen en ti. En clase te echaremos de menos.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Caligrama

Recuerdos,
....................hojas
.............que
....................................caen

del árbol
........de
.....................la
........................me
................mo
....................................ria

en el otoño
...................del
...........ol
.........................vi
................................do.

OTOÑO (autumn)

Otra vez el otoño. Por el aire, poemas que hablan de nosotros caen lentamente como hojas y se parten en los cantos de los bordillos de las aceras sin que nadie recoja los pedazos, las palabras que se secan y crujirán al ser pisadas por zapatos de niños que van al colegio (8:45h) con cara de fastidio. Tal vez uno de ellos, en su otoñal tarea de recolección de hojas para el mural de la clase, lleve también por despiste algún pedazo nuestro, y quizás nos encontremos (nos rencontremos) colgados en el corcho del fondo de un aula, clavados con chinchetas de colores... Pero sólo tal vez.
Nuestros recuerdos de ciudades descubiertas, de tardes revueltas y ausencias asumidas también se desprenden y caen, casi sin oponer resistencia (¿para qué, si así estaba escrito?). Y el viento, leve pero denso, provoca que los transeúntes se abrochen las chaquetas y se metan las manos en los bolsillos, encogiendo los hombros, mientras lo mezcla todo formando remolinos de melancolía exasperante que acaban siendo tornados de angustia existencial. Por el suelo, añicos de poemas rotos, astillas de recuerdos mutilados y las hojas; todo por el suelo, desordenado, removido por el viento...

lunes, 3 de septiembre de 2007

A SÍSIFO (y a Agus)

A ti, ¡oh, Sísifo incansable! yo te animo en tu eterna ascensión. Los dioses pretendieron castigarte alejándote de la cima cada vez que estuvieras casi a punto de tocarla con la punta de tus dedos, cargado con tu piedra, por siempre. Nada más lejos que un castigo. Quizá ellos no saben que el verdadero castigo hubiera sido llevarte a la meta sin hacer el camino previo; tal vez no contemplen la genialidad de la perseverancia de unos pasos eternos, lo maravilloso de la constancia del que anda por andar, a sabiendas de que quizá no llegue a ninguna parte. No te detengas, ¡oh, Sísifo!, nunca. Disfruta de tu viaje (la multitud de colores, la dureza de la roca, las horas de soledad, la música del río, el frescor de la hierba, el calor del sol, el canto de los pájaros, las formas de las nubes, los susurros del viento...). Disfruta, Sísifo, de tu viaje que es tu vida. Y, cuando creas estar a punto de llegar a la cima, justo en el aparentemente fatal momento en el que ruede la piedra cuesta abajo, pensarás que ir a buscarla no será volver a empezar, simplemente será continuar, seguir adelante. Bajarás corriendo tras ella, la alcanzarás, te detendrás unos instantes, exhausto, mirarás hacia arriba otra vez y volverás a caminar. Será entonces cuando descubrirás que la importancia de tu viaje (la multitud de colores, la dureza de la roca, las horas de soledad, la música del río, el frescor de la hierba, el calor del sol, el canto de los pájaros, las formas de las nubes, los susurros del viento...) va más allá de una meta; que la razón última de tu viaje es tu viaje mismo.

(Por eso, ¡oh, Sísifo incansable!, yo te animo en tu eterna ascensión.)



domingo, 2 de septiembre de 2007

EL VERANO TERMINA EN LA PROVENZA...

The end. Fin de las vacaciones; vuelta a la rutina estresante de los trenes, los calendarios y las lecturas obligatorias. Quizás mañana, cuando suene el despertador, me consuele pensar que éste ha sido uno de los mejores veranos de mi vida. ¿Lo más interesante que he hecho? Sin duda, vivir (la euforia, el llanto, la ilusión, la alegría, el desencanto, la desesperación, la risa, la incredulidad, los escalofríos, la pena, la espera...). La vida condensada en un verano. Una lata de vida en conserva para abrir a finales de junio como un apetecible aperitivo después de largos meses de letargo. ¿Un deseo? Llenar la despensa de esas latas de vida en conserva... poseer como la hormiga... disfrutar como la cigarra.

miércoles, 29 de agosto de 2007

EL PERDÓN

Últimamente pienso mucho en la idea del perdón. Desde pequeños se nos inculca el hecho de saber perdonar a los demás como una necesidad social y personal, como una virtud loable, sí, pero esperada por todos. Parece obvio el perdón de las faltas dentro de los juegos infantiles, incluso en las riñas adolescentes, pero al llegar a una etapa más adulta la cosa se complica.
Perdonar... a los demás. ¿A nadie se le ha ocurrido la genial idea de hablar del perdón a uno mismo? Siempre presumí de mi capacidad de perdonar, acrecentada por necesidades familiares, pero estos días me estoy dando cuenta de que no es tal si ni siquiera consigo hacerlo conmigo misma. Quizás sea cuestión de mi afán de perfeccionismo asfixiante, pero lo cierto es que me cuesta aceptar mis errores, aun sabiendo que, como todo el mundo, los tengo y debo tenerlos si quiero superarme en algo. Tal vez por eso busque mi propio perdón consiguiéndolo en los demás primero, cosa que no acabo de ver clara porque ¿qué ocurrirá si el otro no me perdona? ¿acaso es que no me acabo de creer que yo merezco el perdón que suelo regalar a los demás? En todo caso, espero que sea cuestión de tiempo, que forme parte del proceso y todo cambie, como suele siempre, aunque sea lentamente.

domingo, 19 de agosto de 2007

CONTRADICCIONES (a Carol)

A veces las bocas deberían enmudecer. Tal vez los oídos deberían ensordecer. Cualquier cosa (¡qué más da!), algo que impida que las mentes sean capaces de interpretar esas palabras que nos lanzamos como cuchillos, sin prestar atención a si se clavan en un brazo, en un ojo o en un alma. La palabra, el proyectil más letal; ése que viaja a través del aire, que se abre paso entre los silencios, que te coge desprevenido y que se incrusta, sin más, en el cerebro. Puede que entonces estalle y las paredes queden salpicadas de proyectos truncados, de ilusiones despedazadas, de certezas rotas porque dejaron de serlo, y todo sea ya un mar de desconcierto. En ese punto, el aire se vuelve espeso y ya no queda lugar para ninguna palabra más; nada puede expresar más que el silencio.


Creo que tu boca hubiera tenido que enmudecer. Que mis oídos deberían haber ensordecido. Que cualquier cosa (¡qué más da!) hubiese impedido que mi mente interpretara las palabras que tú lanzaste como cuchillos, sin tener en cuenta que hacías diana en el centro de mi alma. Tu puntuación fue récord.. Y la palabra, que es el proyectil más letal, viajó a través del aire, se abrió paso entre los silencios, me cogió desprevenida y se incrustó, sin más, en mi cerebro. Por supuesto que estalló. Trozos de proyectos truncados, ilusiones despedazadas y certezas rotas (rotas porque dejaron de serlo) salpicaron las paredes. Todo se volvió un mar de desconcierto. Y fue en ese momento, sí, cuando el aire se volvió espeso y no hubo lugar ni para una palabra más. Nada podía expresar más que mi silencio, el tuyo, el suyo, el silencio de todos.


Y, después de esto, otras palabras para desmentir lo dicho; dices pretextos para no decir otras cosas. Yo no quiero oír tus mentiras, ni siquiera que me confieses tus verdades. Cuando la palabra se ultraja y pierde toda su autenticidad prefiero la nada (que tal vez sea el todo). Inesperadamente, prefiero el silencio...

viernes, 17 de agosto de 2007

Mientras los días de verano giran tras las esquinas del tiempo, no te diré que hoy no te eche de menos. La única certeza, la fugacidad eterna de lo que verdaderamente importa (el fluir de nuestras horas que parecían muertas, el escaparse de tu risa evaporándose con el sudor que desprenden los cuerpos después de amarse...). Podría pensar en tardes como hoy que no volveré a sentir esa entrega gratuita, el regalarse a sí mismo por el placer de hacerlo, pero contigo aprendí que no es cierto. Como el Ave Fénix, el ser humano renace de sus cenizas y, más allá de abandonar, ama, ama, ama y es capaz de volver a amar (de volver a ser amado) contra todo pronóstico, incluso contra su propia voluntad.


Lejos ya de querer oír tu voz, agudizo mis sentidos para oír otras voces que me despierten algún interés. Otras palabras, otros susurros, otros gemidos... Mi nombre pronunciado por otros labios (otros que no sean ya los tuyos) parece un nombre distinto, como recién estrenado. Y el aire huele a ropa limpia. El aire frío. Frío como la noche.




martes, 24 de julio de 2007

POEMA XX, P.NERUDA

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda

jueves, 19 de julio de 2007

DESTRUCCIÓN

(Como en un intento de destruir ciertas partes de mí misma, he borrado unas cuantas entradas del blog (¡como si eso sirviera de algo!). Lamento haber eliminado con ellas los comentarios que me brindasteis en esos momentos, menos mal que vosotros seguís ahí...)


Hubiese querido dinamitarlo todo... TODO...


Mis pensamientos, arremolinados en las sienes, se han convertido en una masa compacta en la que es imposible identificar lo distinto y lo igual; todo es una misma cosa desde que nos atrevimos a romper la dicotomía entre el bien y el mal. Vestigios de dudas se mezclan con restos de certezas rotas y, en el fondo, el poso de los deseos perpetuamente asesinados. Una pasta densa que no se diluye con nada y que obstruye mi cerebro adormilado, atontado por el calor. Lo único que todavía puedo vislumbrar con cierta claridad es las ganas de trascenderlo todo, de destrozarlo, dinamitarlo y que no quede nada de nada. Para poder construir primero hay que destruir.




Y yo hubiese querido dinamitarlo todo... TODO...


jueves, 12 de julio de 2007

SEMPER E@DEM (www.atzucacs.blogspot.com)

Et vull etern.
Et vull etern en mi.

Etern en l’úter de l’èter.
Per Semper.


Moriré. Moriràs. No obstant, perdurarem in saecula saeculorum en aquestes paraules efímeres; efímeres però eternes.


PER SEMPER EADEM.

I així com el temps que transcorre en un rellotge de sorra vas anar desapareixent, granet per granet, sigil·losament, fins a desaparèixer del tot.

Però jo sempre recordaré la lluna d'aquella nit.

Mai t’ha agradat pensar en el passat; creus que és una pèrdua de temps reflexionar en allò que ja no pot canviar; i tens raó.

miércoles, 11 de julio de 2007

CORRER -to run-

Correr... La necesiad de correr... Dar un portazo y salir a la calle. Correr para huir de todos y de mí (adiós). Correr para dibujar en el aire líneas rectas hechas con zancadas de vida. Correr para llegar la primera a lo bueno que me aguarda, para no partir la última. Para vivir con la vida (notar la respiración acelerada, el ritmo irregular de un corazón que bombea sangre, que rezuma sangre), correr para desvivir lo vivido. Correr... La necesidad de correr...

(el asfalto, maniquíes sin alma que me miran, los niños juegan y gritan, edificios, perros que pasean a sus dueños, propaganda por el suelo, vientos grises, luces rojas y verdes, mujeres con sus cestos de la compra, persianas bajadas, música lejana, ropa tendida, ancianos que conversan, parques desangelados, ángeles desalados...)

Correr: para dejar de ser yo y para que todo sea yo, esparcida por el camino.

martes, 10 de julio de 2007

NIVEL 2 (fragmentos caleidoscópicos)

(Nivel 2. La tarde –con sus museos dormidos y sus plazas con escenarios a medio desmontar- nos aboca a los abismos de una vieja tetería, cargada de la magia de lo exótico, de la magia de una religión recién creada, quizás por nosotros mismos. El nudo de la camisa me molesta casi tanto como el nudo de la garganta.)
(Nivel 2. El caleidoscopio circular nos ofrece la imagen de lo prohibido (tú y yo, tú y yo, tú y yo, tú y yo…) elevada hasta el infinito. Abrumada por la repetición sin final, te busco entre todos esos clones tuyos, busco una mirada, una sonrisa, un gesto, algo que me haga sentir el alivio de no estar perdida, de haberte encontrado más allá de ti mismo. Tú eres solo y genialmente uno. Me pregunto si nuestras almas se quedaron allí, en cualquiera de esas imágenes sin fondo, o si nos las llevamos con nosotros al nivel 2.)
(Nivel 2. Cuando me miras me siento pequeña, muy pequeña. Parece que seas capaz de ver más allá de la carne. Me inquieta tu mirada. Ay, no me mires… Tú te ríes porque lo sabes y yo me siento más pequeña aún. Ojalá pudiese esconderme en alguna parte donde no me vieses tú para poder mirarte yo.)
(Nivel 2. El nivel 2 es un punto en el que se concentra el universo entero (alas, pétalos, películas, estribillos, luces). El alma del mundo es que tu respiración acaricie mis labios; es tener sed el uno del otro y no saber qué hacer. Y, si me acaricias, invocas a mi instinto animal y me estremezco entera. La esencia del mundo es no poder resistir la tentación y descubrir, temerosa, que tus besos saben a menta.)

MIRADA EN FUGA

Mirada en fuga hace referencia a ese momento exacto en el que clavas la vista en cualquier objeto insignificante (las llaves que yacen encima de la mesa, una hoja movida por el viento, una mancha en la pared, el color de la camisa de alguien que ni conoces...) y, sin querer, te abstraes hacia ti mismo, hacia tus pensamientos más íntimos y puros, aquellos que son inefables. Entonces, dejas de estar para ser. Hace referencia a ese punto espacio-temporal en el que la persona que te acompaña reclama tu atención y te pregunta: "¿en qué estabas pensando?" y a ti sólo se te ocurre responder: "en nada" (genial respuesta), y tú no sabes que el pronombre "nada" equivale aquí a "todo", porque ésa es tu esencia misma, la esencia del ser humano, sí, esos pensamientos que no te atreves a murmurar, a balbucear, mientras mantienes la mirada en fuga...

Estas líneas y las que están por venir no son más que eso, un sollozo, un balbuceo casi imperceptible de lo inefable, de lo que no puede ser expresado con palabras y que me sobreviene cuando... sí, ya sabes cuándo, justo cuando tengo la mirada en fuga.